Si hay una palabra importante en la vida, esa palabra es equilibrio, que no es otra cosa que un estado en el que algo no cae de un lado ni de otro; no peca ni por exceso ni por defecto; ni le sobra ni le falta; tiene la proporción justa.
Por eso hace 23 siglos, Aristóteles, autor de Ética a Nicómaco, decía que «la virtud es el término medio entre dos extremos». Y por eso es tan difícil la virtud (o el equilibrio), porque virtud (o equilibrio) es sinónimo de perfección. El propio Aristóteles afirmaba: «Dar en el blanco es muy complicado; fallar es muy sencillo». De ello hablé detenidamente en mi capítulo Raíces Históricas del Coaching: Sócrates, Platón y Aristóteles, dentro del libro Coaching directivo: desarrollando el liderazgo (Ariel, 2003), que fue el primer libro de coaching escrito por autores españoles.
Por tanto, más que el equilibrio que siempre está en la cuerda floja, el objetivo es una sana búsqueda de ese equilibrio porque la vida tiende a la inestabilidad y al caos. Y esa búsqueda del equilibrio stá asociada a la armonización de 7 parcelas de la vida. Cuando una de ellas cojea demasiado, la vida personal se resiente y duele. Aquí van.
1. Riqueza física
Es lo primero que hay que cuidar, la salud, porque cuando la salud está deteriorada, todo lo demás es secundario. Si el templo donde habitas, tu cuerpo, está debilitado es imposible lograr algo grande. El éxito exige energía, mucha energía, y para ello hay que estar bien físicamente. Y eso supone cuidar tres cosas: nutrición, sueño y ejercicio. Si no comes bien y andas falto de nutrientes; si no duermes bien y descansas; y si no te oxigenas, antes o después, tu cuerpo te dará señales de ello como una tentativa de autocuración, de que cambies algo que no va bien. La enfermedad no es otra que la falta de armonía en tu vida. De ello hablamos enLa mente influye en el bienestar y el bienestar en la mente.
2. Riqueza profesional
El ser humano necesita reto. Necesitamos proyectos que nos atrapen. Crecer, evolucionar, mejorar. De ello habla precisamente Mihaly Csikzentmihalyi en su libro Fluir (Flow): Una psicología de la felicidad, donde demuestra empíricamente que los momentos de mayor felicidad están asociados al trabajo: «Se recogieron más de 100.000 momentos de felicidad personal de muchos voluntarios. Curiosamente, la mayor parte de estos momentos tuvieron lugar mientras las personas estaban trabajando y no en sus ratos de ocio. Al ser preguntados sobre esa sensación de placer, la describieron como un estado de experiencia óptima en la que vivían con gran creatividad, concentración y placer aquello que estaban haciendo. Es decir, fluían con la tarea, una sensación en la el arquero, la flecha y la diana son uno sólo». El trabajo como fuente de crecimiento y enriquecimiento. Y para ello es fundamental una variable: el compromiso. Comprométete con lo que quieras, pero comprométete. Sin compromiso no hay satisfacción ni felicidad. El compromiso no es otra cosa que un contrato con nosotros mismos para dar lo mejor.
3. Riqueza económica
Sí, el dinero es importante (o muy importante), porque todo es dinero: comer, viajar, vestir, socializar, invertir en proyectos... Cuando no tienes problemas de dinero, tú gobiernas tu vida; cuando tienes problemas de dinero, la vida te gobierna a ti; se anda atado de pies y manos. Por eso la libertad financiera es tan importante, y cada vez lo será más porque los ingresos corrientes (del trabajo) serán más inestables. Además, la libertad financiera te permite una cosa que no tiene precio: ser tú mismo. Cuando no tienes problemas de dinero, no tienes miedo a decir, hacer y ser lo que te apetece por miedo a las consecuencias. Te expresas desde la autenticidad, y la autenticidad es el primer requisito de la felicidad. El dinero no es otra cosa que libertad impresa.
4. Riqueza social
Tu calidad de vida depende de la calidad de tus relaciones. Ya decía Aristóteles que «el hombre solitario o es una bestia o es un dios». El resto necesitamos de los demás. La psicoterapeuta Irmtraud Tarr, autora de El consuelo: el arte de hacer bien al alma, explica: «Tenemos un cerebro social, y para sobrevivir nos necesitamos los unos a los otros. Compartiendo los estados emocionales de otras personas nos sentimos directamente concernidos y se despiertan en nosotros la simpatía y la compasión, que nos mueven a la acción». Está comprobado científicamente que las personas más sociales son más felices. Eso sí, se puede estar rodeado de mucha gente y estar solo. Socializar tiene que ver con conectar emocionalmente con otras personas. Disfrutar del momento compartido. Los momentos más felices de la vida son siempre momentos compartidos con las personas que son importantes en nuestra vida: pareja, hijos, amigos, familia... Víctor Hugo decía: «El infierno está todo en esta palabra: soledad».
5. Riqueza personal
La diversidad nos enriquece. Por ello los periodos de asueto son fundamentales. El trabajo es importante como fuente de crecimiento, pero también otras cosas: deporte, viajes, teatro, cine, playa, montaña... lo que sea, lo que a ti te guste, lo que te haga pasártelo bien y cambiar el chip del día a día. Abraza la diversidad, empápate de otras culturas, disciplinas, formas de ver la vida, gustos. Complementa tu vida con otros ángulos y puntos de vista. Sirve para la ver las cosas de otra manera y aporta inputs muy ricos para tener una visión global de la vida, para tomar distancia y perspectiva y volver a la carga con más ímpetu.
6. Riqueza de servicio
El éxito siempre está asociado a algo más grande que uno mismo, a una motivación trascendente, más allá de la motivación extrínseca e intrísenca. De ello hablamos en varias ocasiones a lo largo de Aprendiendo de los mejores (Alienta, 2013). La felicidad está asociada al servicio, o como dice la Madre Teresa de Calcuta: «Si no se vive para los demás la vida carece de sentido». El propio Robin Sharma (@_robin_sharma) señala: «Por encima de todo lo demás, haz que tu vida importe. Sé útil. Y sirve a tanta gente como te sea posible»; o Will Smith: «Si no estás haciendo que la vida de alguien sea mejor estás desperdiciando tu tiempo». Diferentes estudios como los realizados en el Centro de Investigación de la Universidad de Michigan con James House a la cabeza, confirman que cuanto más implicada está una persona con una determinada causa social a la cual dedica parte de su vida como voluntario u otra forma altruista, aumenta significativamente las expectativas de vida, mejora su calidad de vida y se declara más feliz.
7. Riqueza espiritual
Conviene precisarlo: no somos seres materiales con vida espiritual, sino seres espirituales con vida material. Somos espíritu engendrado en materia y ese espíritu sigue vive cuando la vida material finaliza. De ahí que cuando una persona querida fallece, digamos «siento que está cerca, que me acompaña. Siento su espíritu». La espiritualidad es lo que nos conecta con el más allá, la fuente de la que procedemos: poder supremo, inteligencia divina, sabiduría superior. Cultiva la espiritualidad, cada uno a su manera, las formas son infinitas. El éxito exterior sin éxito interior nos deja vacíos. Lo material sin lo espiritual pierde sentido. De hecho, lo materialno es otra que una extensión y una expresión de lo espiritual. De ello hablé algo en el post El lenguaje del Universo.
* El portal Asesores de PYMES en su artículo Lecturas económicas para mentes inquietas, recomienda Aprendiendo de los mejores entres sus 10 libros imprescindibles para el verano.
* En Libros de Management (@librosdemanagem) puedes ver los 10 libros de empresa preferidos por David Asensio, editor del blog El principio de un comienzo; y una Entrevista a Esmeralda Díaz-Aroca, autora de "Cómo tener un perfil 10 en LinkedIn".
Fuente: Francisco Alcaide Hernández
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