"Quiero hacer pero no puedo"

¿Querer es poder?

Claro que sí, lo que sucede es que no nos detenemos a analizar por qué ese “poder” se nos escapa entre las manos sin que nos demos cuenta, y nos quedamos sin hacer. Entonces, nos enojamos con nosotros mismos, nos auto juzgamos porque “sabiendo” que querer es poder, llegamos a una conclusión muy pobre sobre nuestro Ser: “¿Cómo puede ser que yo no pueda?” “¡Soy un “desastre”!”

Los cambios empiezan por nuestra forma de pensar. ¿Pensás en el fracaso? El fracaso no existe, solo existen los resultados. Esto significa que si te habituas a ver resultados, podrás valorar como “buenos” o “no tan buenos” pero no tendrás que cargar con la “piedra” del fracaso. Andar sin ese peso, te permitirá analizar el “no tan bueno” para extraer un aprendizaje y volver a intentar sin el miedo a fracasar.

Un fracasado es un hombre que ha cometido un error y que no es capaz de convertirlo en experiencia.
Hubard

Esta elección aumenta tu poder.

No es necesario conocer todo de todo para poder usarlo

Ésta es la respuesta que elijo ante alguien que me dice: “Yo quiero hacer pero no sé”. “Quiero hacer una capacitación por Internet pero no sé.”

El aprendizaje se da en la práctica. A medida que hacés, aprendés. Creer que estudiar la teoría de algo nos coloca en el ámbito del saber es una falacia.

Existe un nivel cognitivo que es el de “No sé que sé”. Te introducís en él cuando hacés algo por primera vez y resulta que, empezás a sentirte cómodo y te embarga la sensación de que lo has estado haciendo por siempre. Esto también solo te sucederá, haciendo, no informándote teóricamente.

Hacer siempre implica la utilización de alguna herramienta y no tenés que conocerla en su estructura para poder usarla.

  • ¿Manejás? ¿Sabés cómo funciona el motor?
  • ¿Usás reloj? ¿Sabés cuál es su mecanismo interno? 
  • ¿Manipulás una computadora? ¿Sabés cómo está hecha?


Siempre estoy haciendo aquellas cosas que no puedo hacer, quizás así pueda aprender cómo hacerlas
Pablo Picasso

Darte cuenta de esto aumenta tu poder.

¿Hasta dónde te para la posible respuesta del otro?

En nuestra vida, en nuestro hacer, siempre existe la presencia del otro, el otro con quien hacemos algo.

  • “¿Y si lo hago mal?”
  • “¿Qué me va a decir cuando vea que me equivoqué?”
  • “¡Qué vergüenza preguntar esto que me imagino que “todo el mundo lo sabe”!”


¿Vienen estos pensamientos a tu cabeza?

¡Aprendé a decir “No sé” pero no te quedes ahí! “No sé pero quiero aprender”, es la opción a elegir. Y si te equivocas… hacete cargo y reíte. Tomate con humor tus fallos, livianamente, y si el otro realmente, te dice algo que se adecue a tus previsiones… No lo dudes, esa no es la persona con la que tenés que hacer.

Por la ignorancia nos equivocamos, y por las equivocaciones aprendemos.
Proverbio Romano

Desprenderte del juicio ajeno aumenta tu poder.

Hacer lo que querés es tu única posibilidad para generar el poder

Él aparece cuando vos hacés. No vas a estar enfocado en el fracaso sino en valorar tus resultados para superarte cada día. No te va a importar cómo está construida una herramienta sino que a medida que hagas, le encontrarás más y más utilidades. No te ocupará la posible respuesta del otro porque en tu hacer estará la práctica y del resultado de una intensiva y metódica surge la excelencia.

El gallo

Había una vez, en la antigua China, un extraordinario pintor cuya fama atravesaba todas las fronteras. En las vísperas del año del Gallo, un rico comerciante pensó que le gustaría tener en sus aposentos un cuadro que representase a un gallo, pintado por este fabuloso artista.

Así que se trasladó a la aldea donde vivía el pintor y le ofreció una muy generosa suma de dinero por la tarea. El viejo pintor accedió de inmediato, pero puso como única condición que debía volver un año más tarde a buscar su pintura. El comerciante se amargó un poco. Había soñado con tener el cuadro cuanto antes y disfrutarlo durante el año signado por dicho animal. Pero como la fama del pintor era tan grande, decidió aceptar y volvió a su casa sin chistar.

Los meses pasaron lentamente y el comerciante aguardaba que llegase el ansiado momento de ir a buscar su cuadro. Cuando finalmente llegó el día, se levantó al alba y acudió a la aldea del pintor de inmediato. Tocó a la puerta y el artista lo recibió. Al principio no recordaba quien era.

-Vengo a buscar la pintura del gallo -le dijo el comerciante.
- ¡Ah, claro! -contestó el viejo pintor.

Y allí mismo extendió un lienzo en blanco sobre la mesa, y ante la mirada del comerciante, con un fino pincel dibujó un gallo de un solo trazo. Era la sencilla imagen de un gallo y, de alguna manera mágica, también encerraba la esencia de todos los gallos que existen o existieron jamás. El comerciante se quedó boquiabierto con el resultado, pero no pudo evitar preguntarle:

- Maestro, por favor, contésteme una sola pregunta. Su talento es incuestionable, pero… ¿Era necesario hacerme esperar un año entero?

Entonces el artista lo invitó a pasar a la trastienda, donde se encontraba su taller. Y allí, el ansioso comerciante pudo ver cubriendo las paredes y el piso, sobre las mesas y amontonados en enormes pilas hasta el techo, cientos y cientos de bocetos, dibujos y pinturas de gallos, el trabajo intenso de todo un año de búsqueda.

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